sábado, 12 de enero de 2013

Belleza que atrae pájaros. Todo lo contrario a un espantapájaros. Liliana Ortiz, pararrayos de palomas, en armonía con la naturaleza

De aquel primer día en que Liliana y yo salimos a tomar las fotos, me di cuenta que cuando hay buena vibra hasta los animalitos se le acercan a quien la tiene. Toda una celebridad entre las palomas resultó mi colega fotógrafa Liliana Ortiz. Ella descubrió que su vocación no es la de un espantapájaros sino la de un "atraepájaros".
Desde ese momento, descubrí también que las palomas del CAM (Alcaldía) de Cali desbordan mucho amor cuando de buena energía se trata. Yo, cual cazador de imágenes, disparé mi cámara a mansalva y sin piedad y esto fue lo que logré: 

La Paloma Picaflor

No es culpa mía que la foto haya salido así. Esta paloma se creyó un picaflor. El efecto óptico no fue intencional, sedio y punto. Así es la vida. Las mejores cosas de la vida no se fuerzan se dan, como la paloma picaflor de esta imagen ante el lente de Liliana Ortiz.



El juego de un niño: alimentar a las palomas



Mientras muchos niños de su edad se desviven por los juegos sin vida que ofrece la cibernética actual, el juego de este menor es sentirse feliz alimentando a las palomas del CAM de Cali y ellas, por su puesto, son felices por este acto de humanidad del niño que no juega con las computadoras sino a ser un gran ecologista.






Las palomas y el árbol Liliana


"Miren al pajarito", decían los fotógrafos de antes. Este palomita quiso ser el centro de atención  de la cámara de Liliana como si su vocación fuera la del pajarito que había que mirar para posar en una foto.