Fotografía con otra visión, un disparo de arte y de paz. Captura del alma de las cosas. Iván Coello Ángel, interprete de armónica, periodista y francotirador pacífico de fotos. El arte de capturar imágenes con la destreza de un cazador de momentos. La foto de la Muralla de Cartagena al atardecer es de mi autoría.
jueves, 24 de diciembre de 2015
Iván Coello (Pirotesta Sepia), les desea una FELIZ NAVIDAD 2015
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viernes, 11 de diciembre de 2015
Fotos de Pirotesta Sepia en Video músical de Navidad. María y José le cantan al Niño Jesús (Canción de Navidad 2015)
Photos By: Iván Coello, Pirotesta Sepia Fotografía.
A todos mis amigos y amigas un saludo. Participo en este video clip con mis fotografías y con mi interpretación de armónica y órgano.
Ficha técnica:
MARÍA Y JOSÉ LE CANTAN AL NIÑO JESÚS
Canción de Navidad (2015)
GRUPO MUSICAL EL MESÍAS
Compositor: Johann Sebastian Bach
Intérpretes: GUSTAVO & KATH
Adaptación de letra: GUSTAVO
Órgano, armónica y arreglos: IVÁN
Fotografía: IVÁN. Edición: LEONARDO
Álbum 1: DESDE LA SUCURSAL DEL CIELO
Canción 3
Cali - Colombia. 2015
Twitter: @elmesiasmusic1
Mail: elmesiasmusicalgroup@gmail.com
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MARÍA Y JOSÉ LE CANTAN AL NIÑO JESÚS
Locaciones: Iglesias, imágenes y colecciones
particulares de Cali - Colombia
Imagen original de Nuestra Señora de los Remedios,
en la Iglesia La Merced; Mosaico de San José
de Ricietl Vurkovitsky, Santuario de Fátima; Convento
de La Merced; Iglesia San Nicolás; Iglesia San Fernando;
Templo Votivo del Sagrado Corazón de Jesús;
Nuestra Señora del Buen Consejo de Gennazzano - Italia
(imagen de archivo).
Fotografía: Iván.
lunes, 16 de noviembre de 2015
El túnel del tiempo está en Cartagena de Indias (1ra. parte). By Iván Coello Angel, Pirotesta Sepia Fotografía (hacer click en este link)
El túnel del tiempo está en
Cartagena de Indias
(Primera Parte)
Fotos y textos: Iván Coello Ángel, Pirotesta Sepia Fotografía
(Hacer click en las fotos para verlas individualmente)
Se nos abría a nosotros un túnel cerrado por años
dentro de las murallas de Cartagena de Indias. En septiembre de 2013, éramos
los primeros en entrar para inaugurar este socavón arquitectónico del siglo
XVIII, diseñado por Antonio Arévalo, y que une el Baluarte de Santa Catalina
a otro sector, conocido como El Espigón. Estas murallas, antes de ser perforadas, habían resistido pocos años antes la segunda batalla naval más importante de la
historia. La sensación, al ingresar a este túnel secreto que servía de
protección para los soldados y pobladores que defendían la ciudad, era como
aquélla que se pudo haber sentido cuando se descubría la tumba de un faraón en
Egipto. El tiempo se detuvo ahí.
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Me
llama Alejandro Salgado Baldovino, uno de los jóvenes líderes culturales de Cartagena.
Me invitó a una aventura por las murallas. "Iván, luego de la Batalla Naval del Sitio de Cartagena, el ingeniero militar Antonio Arévalo reforzó las
murallas, sobre todo la del Baluarte de Santa Catalina, frente al mar. Ahí se
construyó un túnel que comunica a El
Espigón con el Baluarte Santa Catalina. En ese mismo túnel se puede encontrar un
gran bodegón al que denominaban "Casamata", en el que los defensores
de Cartagena guardaban su polvorín, provisiones y alimentos, y en donde los soldados podían
protegerse y esconderse de las balas de la artillería enemiga de la época".
Esta
obra se contruyó entre 1780 y 1789, y sirvió para las batallas de la
Independencia. Alejandro Salgado me
invitaba a redescubrir este sitio, que sería reabierto para nosotros por primera vez después
de muchos años. Este primer grupo de personas, que tuvo el
privilegio de ingresar al verdadero "túnel del tiempo", estaba conformado por Astrid Villa, David
Villa, Iliana Restrepo, Ignacio Vélez, María Sixta Bustamante, Germán
Bustamante, Francisco Pinaud, Juan Felipe Restrepo, Glenda Vergara, Diana
Vallejo, Mily Foeng Vergel, Julio Sierra e Iván Coello.
Fotos y textos: Iván Coello Ángel, Pirotesta Sepia Fotografía
(Hacer click en las fotos para verlas individualmente)
Se nos abría a nosotros un túnel cerrado por años
dentro de las murallas de Cartagena de Indias. En septiembre de 2013, éramos
los primeros en entrar para inaugurar este socavón arquitectónico del siglo
XVIII, diseñado por Antonio Arévalo, y que une el Baluarte de Santa Catalina
a otro sector, conocido como El Espigón. Estas murallas, antes de ser perforadas, habían resistido pocos años antes la segunda batalla naval más importante de la
historia. La sensación, al ingresar a este túnel secreto que servía de
protección para los soldados y pobladores que defendían la ciudad, era como
aquélla que se pudo haber sentido cuando se descubría la tumba de un faraón en
Egipto. El tiempo se detuvo ahí.
La entrada al túnel
En aquella misma Cartagena, por la que camino y entro a sus entrañas, se dio la segunda batalla naval más importante de la historia de la humanidad,
cuando los británicos a cargo de Edward Vernon y Lawrence Washington (hermano
de George Washington), con una fuerza de 30.000 hombres intentaban invadirla. Cartagena se defendía con 4.000 hombres, al mando del heroico Blas de Lezo. Las
bajas por parte de los vencedores cartageneros fueron 800, y por
parte de los perdedores invasores, quienes tenían la mejor armada del mundo:
18.000 muertos. Era el año de 1741. Las proporciones fueron aterradoras. Los
británicos tenían: 29 barcos de línea, 22 fragatas y 135 transportes.
Cartagena, solo 6 naves, y entre los que disparaban contra el enemigo, habían 600 arqueros indios
armados de arcos y flechas. Las murallas eran en tierra la gran defensa, como
si fueran un gigante navío desde donde se disparaba a todas las direcciones.
¿Qué hace ganar la batalla a los que inferiormente no tenían ni como defenderse? La arquitectura de sus murallas fue clave para poder repeler a los británicos.
Sentí en carne propia las mismas sensaciones de quienes
hace dos siglos defendieron a Cartagena desde ahí. El túnel, cerrado por muchos
años, estaba en su esplendor cuando lo penetramos. Mucho
calor, mucha acústica, luces que entran por orificios y el gran bodegón, del que
cuentan, que por unos orificios asomaron alguna vez potentes cañones que
apuntaban al mar.
El
calor era insoportable, y como es de imaginarse, debió haber sido el mismo
calor que cobijaba a los soldados que ahí se escondían cuando había amenaza del
enemigo. Sin embargo, el aire, tan bien estudiado por el constructor Antonio
Arévalo, no podía faltar para quienes ahí se refugiaran.
El
túnel es un escondite, pero también un pasadizo secreto que comunica un sector
de la muralla con otro.
Astrid Villa y David Villa, madre e hijo cartageneros, ingresan por el túnel desde donde sus antepasados cartageneros defendieron la ciudad.
Sentí en carne propia las mismas sensaciones de quienes hace dos siglos defendieron a Cartagena desde ahí. El túnel, cerrado por muchos años, estaba en su esplendor cuando lo penetramos. Mucho calor, mucha acústica, luces que entran por orificios y el gran bodegón, del que cuentan, que por unos orificios asomaron alguna vez potentes cañones que apuntaban al mar.
El calor era insoportable, y como es de imaginarse, debió haber sido el mismo calor que cobijaba a los soldados que ahí se escondían cuando había amenaza del enemigo. Sin embargo, el aire, tan bien estudiado por el constructor Antonio Arévalo, no podía faltar para quienes ahí se refugiaran.
El túnel es un escondite, pero también un pasadizo secreto que comunica un sector de la muralla con otro.
Astrid Villa y David Villa, madre e hijo cartageneros, ingresan por el túnel desde donde sus antepasados cartageneros defendieron la ciudad.
En las entrañas de la muralla
En la Casamata, el bodegón secreto
Mily Foeng Vergel ingresó con nosotros a las entrañas de la “Casamata”, el gran bodegón secreto en el que los defensores de Cartagena guardaban su polvorín, las provisiones y los alimentos, y donde los soldados podían esconderse y protegerse de las balas de la artillería de la época.
La salida del túnel
Astrid Villa espera con gran alegría al final del trayecto a su pequeño hijo David Villa, en el sector de El Espigón.
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Ubicación:
Cartagena, Cartagena, Bolívar, Colombia
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